Aunque encontrar plástico en la playa se ha vuelto algo habitual, el nivel de conciencia general acerca del uso indiscriminado de este material ha crecido considerablemente. Sin embargo existen otros hábitos humanos que resultan perjudiciales al océano de los cuales puede que no seamos completamente conscientes. Uno de ellos, lavar nuestra ropa.
Una de las causas por las que posiblemente no se sepa mucho del problema, es porque los estudios acerca del impacto de las microfibras en el medio ambiente es escaso. Las microfibras son (como lo dice su nombre) diminutas fibras que se desprenden de nuestra ropa cuando la lavamos, y debido a que la ropa que utilizamos se fabrica, entre otras cosas, con tintes sintéticos, estas fibras cargan con ellas sustancias nocivas.
Una vez que se han desprendido de la ropa, las microfibras suelen transportarse a través del drenaje hacia plantas de tratamiento que usualmente no son aptas para filtrarlas. Por lo tanto terminan llegando a los ríos y, finalmente, al mar.
Debido a que en su gran mayoría las microfibras poseen flotabilidad negativa, una vez que llegan al mar suelen perjudicar principalmente el área circundante a la desembocadura del río. No obstante, la cantidad de microfibras que se ha encontrado en ambos hemisferios es la misma, comprobando su capacidad para viajar a través del océano.
Es muy probable que la gran mayoría de microfibras consumidas por especies marinas provenga de la industria textil, especialmente del desprendimiento de ropa al lavarse. Se han encontrado microfibras en el sistema digestivo de todo tipo de especies. Desde el diminuto zooplancton hasta en las ballenas.
Debido a su forma fibrosa las microfibras corren mayor riesgo de quedarse atascadas en el sistema digestivo de pequeños organismos, provocándoles una falsa sensación de llenura que afecta su capacidad de procesar comida, matando a muchos de hambre. Sin embargo las formas en las que causan daño pueden ser muchas más ya que aunque se ha documentado ampliamente la presencia de estas microfibras en muchas especies, poco se ha estudiado acerca de su efecto en animales, incluido el ser humano. Estudios acerca de la exposición en altas cantidades a químicos encontrados en las microfibras demuestran que pueden originar alteraciones en nuestro sistema endocrino, dificultades de aprendizaje, deterioro en desarrollo cerebral, entre otras enfermedades.
Conforme la población sigue creciendo, el impacto de situaciones como esta tenderán a aumentar. Sin embargo, al igual que una conciencia colectiva acerca del uso del plástico crece a raíz de esfuerzos colectivos y constantes, sumar una nueva causa a nuestra lista es posible. Así como cuestionamos en algún momento nuestro uso excesivo de plástico, podemos cuestionar también nuestros hábitos de lavado.
Este artículo se basó en un estudio realizado por la marca Patagonia. Para ver el estudio completo click aquí